El plantel brasileño viajó con ilusión hasta Colombia pero se topó con una difícil situación de la que no hubo escapatoria posible en un plano racional.
Se cumple un año de la tragedia de Chapecoense. Un plantel lleno de sueños que se formó desde abajo a tal punto que ascendió desde la cuarta división hasta el brasileiräo, en tan sólo 6 años. En la memoria de todos hay una herida que no ha sido suturada. Aún sangra y no hay cicatriz que tape semejante dolor.
El vuelo 2933 que transportó a las 71 víctimas fatales que partió desde el Aeropuerto Internacional Viru Viru en Santa Cruz de la Sierra, Bolivia, tenía rumbo a Colombia. Al Aeropuerto Internacional José María Córdova, más precisamente, para que Atlético Nacional y Chapecoense disputaran el primer partido de la serie de la final de la Copa Sudamericana 2016. Finalmente lo que empezó como ilusión, terminó como tragedia, tristeza, impotencia, y muchos otros sentimientos.
Los colombianos de portaron realmente como un hermano sudamericano debe de hacerlo. No hubo quejas, apenas se supo de la tragedia le entregaron a la CONMEBOL la petición de que el trofeo de la Copa Sudamericana 2016 se le entregara al Verdao.
Plínio David De Nes, presidente del club reveló, hace ya tiempo atrás, que el único club que realmente ayudó al Chapecoense fue el Barcelona. Según sus dichos fueron quienes estuvieron a su lado realmente desde el comienzo; quienes cumplieron su promesa de auxiliarlos y una manera de demostrarlo fue la invitación a que Chape jugara el trofeo Joan Gamper. Aunque también se mostró agradecido a la Roma por haberles ofrecido jugar un partido pero, según palabras del presidente, no había lugar por tener un tan extenso calendario en ese momento.
Lloró Brasil, el mundo del fútbol y la pelota; tantas ganas tenía ella de rodar en el verde césped y la dejaron con las ganas de ésa ocasión. Un clima de fiesta encantador para cualquiera que disfruta éste deporte que tan maravilloso puede llegar a ser, como a la vez tan injusto.
Algunas preguntas deben de haber sido respondidas, pero unas muy importantes no fueron: ¿por qué ellos? ¿Qué hicieron para tener semejante destino catastrófico? Y uno no cree que sean respondidas, por lo menos por ahora. Personas de bien, que dejaron un orificio que atravesó el corazón de sus familiares, amigos y cercanos a ellos.
A un año de la catástrofe algunos medios como La Nación han informado que las familias de las víctimas aún no han recibido su pago por indemnizaciones debido a irregularidades presentadas por el lado de la empresa boliviana. Y es por esto que tanto el club como las familias y allegados de las víctimas, informó la agencia Telam, han decidido demandar al estado boliviano “por permitir el vuelo aun cuando las condiciones no estaban dadas”. Cabe no dejar de lado mencionar que LaMia solamente disponía de una aeronave al momento de la tragedia ya que las demás estaban en reparaciones.
Una enseñanza, dura, que a las malas les hizo aprender a todos que la negligencia se puede evitar. Que hay que pensar y no dar todo asegurado que se va a dar tal cual uno planea. Si no, se lo hubieran dicho al piloto que tuvo el combustible justo (la aeronave utilizada tenía autonomía para 2965 Kilómetros con 2960 para recorrer); no tuvo casi reserva, no contó con el tráfico aéreo y finalmente terminó formando parte de todos los fallecidos.
Gonzalo Grondona (@Goni_GGB)