El Fortín chocó una vez más contra su difícil momento en la derrota 0-3 contra Boca y quedaron al descubierto conceptos que fallan hace tiempo…

Es entretenido en algunas ocasiones establecer paralelismos en el tiempo. Encontrar situaciones similares, contextos parecidos con diferentes distancias en cuanto a los días, meses, o años.

En este caso, vamos a tomar un año. El viernes 25 de agosto de 2017, se dio inicio a la Superliga a las 19 horas en Victoria.  El local, Tigre, recibió a Vélez en un partido clave para sumar puntos  y escapar de la zona roja. La contundencia de Maximiliano Romero, la fuerte presión, y la capacidad para entrar en momentos oportunos,  le propinaron una paliza por 3-0 al Matador. En las dos fechas que siguieron a ese buen inicio, se logró, otro triunfo ante Atlético Tucumán, y un empate en 0 contra Talleres (que terminó segundo). Era ilusionante el comienzo del torneo. Los fantasmas del descenso comenzaban a desaparecer. Hasta que llegó Boca. Que había ganado los tres partidos anteriores, pero que se le banalizaba un poco con el argumento de que “no eran clubes de su talla” y que los de Liniers, en ese momento, si. Por lo tanto, el choque prometía un partido parejo entre dos estilos y jugadores, totalmente distintos.  La diferencia quedó plasmada en el campo de juego. Un 0-4 y a partir de ahí, una serie de derrotas que sacaron a De Felippe del cargo. Lo que vino después es historia. El regreso de Mauro Zárate, y una remontada para quedarse en Primera un año más, con más ayuda de los de abajo que estaban en situaciones aún peores.

Ahora bien, la segunda edición de la Superliga, lo encontró una vez más a Vélez con un buen arranque 2-0 ante Newell’s con varios tramos interesantes de juego por el piso, y un Matías Vargas excepcional. Si, en Avellaneda quedó totalmente apabullado con un 0-2 en contra, aunque contra Banfield mostró signos de recuperación y el ímpetu necesario para ir a buscar un resultado adverso. Buen juego, una idea clara de Gabriel Heinze que con más rodaje iba a resultar beneficioso. Pero, en el horizonte, se asomaba de nuevo, Boca. Una versión un poco más inestable que su predecesora, pero que saca chapa con el precio y calidad de sus jugadores. Como si hubiera sido un dejavu, de nuevo el Fortín fue vencido duramente, e incluso el marcador final pudo haber sido más grande que 0-3.

¿A qué viene este paralelismo en la línea temporal? Básicamente para observar como a pesar del cambio de técnico que aparece con una idea fija, de tener algunos jugadores interesantes, a Vélez se le hace muy complicado resurgir. Volver a ser aquél que peleaba en los primeros lugares, o que molestaba o  ganaba con claridad a alguno de los cinco grandes. Porque a pesar de haberlos hecho sucumbir tanto a River (a principios de año) y al entonces conjunto del vasco Arruabarrena (2015), no tuvo más victorias en ese rubro.

Porque  hoy por hoy no tiene referentes que puedan llevar el mártir del club para empujar moralmente. Si, está Cubero, que tiene más partidos pésimos que rescatables y para colmo, Zárate se fue. Eso no es lo peor, sino que además, las figuras que tuvo, o tiene en su plantel (Romero, Vargas, Amarilla, Ortega) se ven opacadas por el mal rendimiento general. No pueden explotar ni demostrar su valor. Cuesta brillar en un plantel que tiene serios problemas defensivos, que le cuesta acoplarse a algunos partidos, y que además no puede jugar de igual a igual contra equipos de mayor jerarquía.

Por supuesto, tampoco hay orden. El ataque puede ser que tenga algunas salpicadas de jugadas espléndidas de vez en cuando, pero sin un mediocampo que respalde, ni un fondo seguro, no sirve de nada.  Es importante también, hacer hincapié justamente en la mitad de cancha. Porque la memoria transpira un poco por el esfuerzo, a la hora de recordar volantes que con su buen pie marcaron territorio en el último tiempo.

Lo que se puede salvar de este conjunto de Heinze, es que el estilo de juego es lo principal. Nace y muere con él. No importa si Vargas tiene que estar en la banda pegado al lateral, que es donde menos gravita. Los nombres no pesan. Y es lo que tiene que predominar para que no se destartale todo. No sólo eso. Hay un poco más de rebeldía, ahora puede hacer un poquito más de pelea. Sin embargo, sigue siendo abismal la diferencia.

De todas formas, son los primeros encuentros recién. Dentro de la agenda, hay una fecha FIFA por delante. Boca le puede ser de ayuda a Velez. Lo ayudó a reaccionar. De manera dura, si. Pero quizás era necesario un golpe así para poner bajo la lupa que hay muchísimo para  mejorar, y que si se hace a tiempo, primeramente puede atornillarlo a la primera división, y después si queda tiempo, intentar devolverlo a las peleas de arriba.

 

Por Leandro Quiroga