Deportivo Laferrere ganó 3 a 1 ante Deportivo Merlo y se quedó con el acceso a las semifinales del reducido buscando el ascenso a la Primera B Metropolitana.

 

¡Que de variedad de marcos preciosos que se vislumbran en el ascenso! Cada equipo tiene sus tradiciones, sus canciones, su forma de llenar la cancha. También, todos tienen un deseo distinto, una aspiración que es la obsesión de toda la temporada. El Villero, tiene hace un largo tiempo la ilusión de volver a la Primera B Metro, la cual no pisa hace  varios años. Tuvo sus chances, pero se frustraron, y encima, en el último tiempo, las campañas han sido paupérrimas. Pero el plantel es otro, e incluso tampoco es el mismo DT que arrancó la campaña. Tras la ida de D’Angelo, Luis Esquivel Chamorro tomó las riendas del equipo, y metió una mano importante. Y fue él, quien se encargó de afirmar el reducido, y empezarlo. Del otro lado, el Charro venía a buscar una victoria después de clasificar agónicamente en la igualdad 1 a 1 contra Sportivo Barracas. Los ánimos eran buenos, y los jugadores se mostraban creyentes en pasar de ronda.

Claramente el partido en el Morumbí tenía un marco espectacular de gente, que ensordecía con los cánticos. Esto se reflejó en el campo de juego. Los gritos incesantes aumentaban la fricción, los nervios. Porque reclamaban la victoria. Por eso mismo, fue duro el primer tiempo. Merlo sacó una leve ventaja, es verdad. Con la presencia del “Ogro” Fabbiani, hizo estragos en el fondo de su rival. Fue, no sólo el más determinante, sino que además, siempre fue el apuntado, el buscado en la gresca. Cada vez que pasaba al lado de cualquiera de Lafe, un golpe, un empujón, siempre ligaba. Lo mismo con Oswaldo Blanco. Al jugar contra su ex club, el trato recibido no era el mejor. Eso sí, nada comparable con el ex delantero de River. Que bajó la pelota, la jugó, y habilitó varias veces a Maraschi y Roldán. Los dos delanteros siempre presionaron duro, y encontraban espacios constantemente ante una defensa que nunca retrocedió bien.

Eso sí, no hubo situaciones concretas. Todo pintaba para ser definido en el complemento. De todas formas, debemos tener en cuenta que con la ventaja deportiva, al Verde cualquier empate le caía bien.

Decididamente los segundos cuarenta y cinco fueron pasión pura. Era una caldera el ambiente. Ante cada decisión dudosa del árbitro, el insulto general. Y de todos lados, de la popular, de la platea, de los palcos, y de algún que otro desaforado que sacaba su cabeza por la cabina de transmisión. Mientras tanto, Fabbiani jugaba un partido aparte. Con lujos, asistencias, y con el aguante de la pelota como un diez clásico. Pero incluso, se daba el tiempo de pelearse con Domínguez, con Basualdo, y hasta con Pizarro. Con este último, vio su fin. Porque después de un ida y vuelta de provocaciones, se pegaron sendos codazos. El defensor Villero cayó tendido en el suelo, pero no pudo salvarse de la roja al igual que su agresor. Así que con diez en el campo de juego, la historia parecía decantarse de otra manera. Porque sin su estrella, el Charro no fue el mismo.

De todas formas, el local no hacía pie. Costaba, no afianzaba el juego y sentía la presión. Pero el gol, y el desahogo, llegaron en un momento clave. A 15’ del final, una pelota perdida que ganó Scarnato, y después de un taco inesperado de Basualdo, Coassini apareció de atrás para fundir el arco con un remate espectacular. Un grito incesante de la hinchada copó el ambiente, y lo encendió muchísimo más. Se triplicaron los insultos, los cantos contra los rivales, pero no duró mucho la tranquilidad. Apenas unos instantes después Zafarana de cabeza puso suspenso. Y por supuesto, aumentó el nerviosismo, porque un gol de los blancos dejaba al Villero con las manos vacías.

Pero era el momento propicio. Para el goleador, que no apareció en todo el encuentro. En una carambola dentro del área, encontró una pelota muerta y fundió el arco. Y ahora si, a cuatro para el cierre, el asunto estaba cada vez más sellado. El festejo se mostró de muchas maneras, con cánticos, con revoleadas de remeras, con insultos al Ogro Fabbiani. Y el asunto a Merlo, se le fue de la mano. Con la necesidad de hacer dos goles, Pajón se fue expulsado tras una entrada durísima contra Néstor Pintos que ingresó en los instantes finales.

El tercero de Scarnato sirvió para decorar el marcador. Ya estaba rendido el rival, buscando una hazaña imposible. Y, a pesar de que añadieron siete más, era una utopía.

Así que ganó el Deportivo Laferrere nomás. Con autoridad, porque sufrió. La pasó mal, transpiró mucho, en una cancha en la que le cuesta imponer autoridad. Pero se nota el cambio de chip que se produce en el vestuario, en cómo la mentalidad para encarar los segundos tiempos, es muy distinta. La semana que viene deberá visitar a Excursionistas en el Bajo Belgrano para continuar con la ilusión.

Por el lado del Charro, se quedó con las manos vacías a pesar de haber jugado un partidazo, ahora habrá que concentrarse en la próxima temporada. Por ahora, el regreso a la B, parece lejano por el momento.

Por Leandro Quiroga

PH: Prensa Deportivo Laferrere