«En mi mejor momento, antes de irme al Ajax, quise dejar el fútbol. Veía la realidad de mis amigos, que estudiaban. Yo ya tenía mi contrato, mi primer auto y una vida diferente a la de ellos. Pero no la pasaba bien como ellos: se sentaban a comer y se cagaban de risa. Yo me quedaba maquinándome con el partido que había jugado mal, con el gol que había errado o con que tenía que exigirme más para irme afuera, progresar y ayudar a mi familia. Tenía 19 años, quería disfrutar como mis amigos del momento presente. Y no podía.
Llamé a mi representante y le dije que no jugaba más. ‘¡Estás loco!’, me respondió. Después empecé con terapia, a verle el lado bueno a otras cosas. Sentí presiones que hoy viven los chicos de 18 años. Esta burbuja donde nos ponen a los jugadores todo el tiempo, cuando se pincha, te caes en un abismo y no sabés de dónde agarrarte»
– Dario Cvitanich en Diario Olé