«Todos los días un quilombo», dice Carlos Tevez por la televisión, mientras sigue como hincha lo que pasa en este Boca que conducen Juan Román Riquelme y Sebastián Battaglia. Desde las dudas sobre el futuro del DT, pasando por el episodio del micro hasta llegar al acto de indisciplina que se encubrió como «intoxicación». Mira los partidos a la distancia y los sufre, pero no duda en jurar que siente alivio al no estar metido en semejante sucesión de conflictos.
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Son bombas que Carlitos tira por la pantalla y explotan directamente encima del club y del otro ídolo con el que mantuvo una relación respetuosa y tensa mientras convivieron, pero explosiva cuando uno estuvo adentro y el otro afuera.
«Mi cabeza no está ya para llegar a tener, entre comillas, todos los días problemas. Si cualquier cosa que pasaba, el problema era yo. ¿Te imaginás ahora si Boca no juega bien y yo estoy en la cancha? A mí no me nombran más, por suerte. Ya no estoy más en los quilombos. Si no, soy el primero en estar en los quilombos», se metió en tema el Apache, cuando le preguntaron si estaba para volver a jugar ante un llamado de Román.