Quique Monleón Ciurana

Rubén Baraja suma una temporada y media en el cargo donde no ha dejado insatisfecho a nadie. Con la plantilla más joven de la liga (con una media cercana a los 22 años de edad), salvó al equipo agónicamente el pasado año tras la marcha de un Gattuso que le dejó el vestuario patas arriba. Esta temporada, ha tenido más que probabilidades de entrar a Europa cerciorándose al final que y con una plantilla con tan poco refresco de calidad desde el banquillo y tanta carga de minutos por parte de los titulares, es realmente imposible de realizar una machada que sigue entre ceja y de ceja de un entrenador que, pese a que lo esconda en sus comparecencias, le resulta un sueño el poder disputar competición europea dirigiendo al club de su vida.

Acabada su primera temporada al completo de la mano del club de su vida, donde ha militado hasta en 10 temporadas como jugador además de haber dirigido ya medio centenar de encuentros, Rubén Baraja dejó claro en la rueda de prensa post-partido ante el Celta de Vigo que está más que comprometido con el club que le dio la oportunidad de debutar como entrenador en la Primer División y al que salvó del descenso a la categoría de plata con un final de temporada 22-23 agónico donde el técnico vallisoletano debió hacerse con un vestuario quebrantado e inestable el cual ha fortificado mediante el trabajo, la comunidad y la confianza en la gente de la casa la cual salvó la temporada pasada al equipo y ha mantenido las opciones de Europa esta temporada hasta hace pocas jornada. Además de dejar claro que su objetivo es el ir sumando temporadas como entrenador como bien hizo siendo futbolista, Baraja dejó un aviso a la dirección del Valencia CF, experta en echar por suelos los indicios de proyecto que han ido surgiendo estos últimos años en Valencia (el claro caso es Marcelino), dejándoles claro que si se busca algo más que una novena plaza (meritoria) no es plan de echar por tierra lo hecho por él y sus jugadores y que se debe dejar florecer a una camada de futbolistas que si se mantiene, puede catapultar al Valencia a unas plazas europeas que no visita desde hace ya un lustro.

Los cimientos de Rubén Baraja como entrenador del Valencia CF parecen estar colocándose con un material resistente. Pese a la negativa constante por parte de la dirección a la hora de reforzarle la plantilla, el técnico vallisoletano está más que conjurado con sus jugadores y la entidad que le dio la oportunidad durante 10 años de carrera y el catapultarle a la élite como entrenador. Rubén Baraja llegó a Valencia la pasada campaña cuando el equipo marchaba decimonoveno clasificado socorriendo a este y finiquitando una de las peores campañas del conjunto de Mestalla en la decimosexta posición después de haber estado todo el año con la posibilidad intacta y más que probable de un descenso casi cuarenta años después del último.

A día de hoy, son más de 50 partidos los que ha dirigido en el conjunto de Mestalla el ex centrocampista de equipos como Atlético de Madrid, Valladolid y, sobre todo, Valencia CF, atmósfera donde se le tiene un respeto desorbitado reconocido en cada partido disputado en el Camp de Mestalla. Pese a no haber clasificado al equipo para las competiciones europeas, Baraja ha devuelto esa pizca de ilusión que perdió el equipo a los mandos de Gattuso a mitad de temporada pasada donde ni los jugadores ni el entrenador sabían bien la grandeza y el escudo que estaban representando siendo fulminado tanto Gattuso como muchos de los jugadores con la llegada de Baraja, quien decidió hacer una limpieza respecto con aquellos que intoxicaban el vestuario dando una oportunidad a futbolistas que a día de hoy son clave como Javi Guerra o Diego López, fundamentales para entender que este Valencia siga en Primera División.

Pese a que el lugar donde ha finiquitado el conjunto de Mestalla la temporada (en novena posición) no es para montar una fiesta, hay que reconocer verdaderamente el mérito a Baraja, quien ha instalado un once “de gala” que no se veía desde hace tiempo en Valencia (sabe qué jugadores pueden rendirle a máximo nivel) además de haber hecho del equipo una unidad, con un estilo de juego muy marcado donde y de cara a la siguiente temporada, demandará a los dirigentes que si de verdad se busca crear un proyecto estable mirando más allá de la novena posición o el volver a caer a la pelea por un descenso donde el Valencia no ha estado a causa de la poca fiabilidad tenida por los 3 equipos de abajo, se deben empezar a asentar unos pilares, darle confianza a esos futbolistas que han rendido por encima de sus expectativas haciéndolo verdaderamente bien y, por encima de todo, visitar el mercado de fichajes porque, y si se hubiese hecho en el mercado invernal (donde solamente se trajo a Peter Federico), la novena posición posiblemente hubiese quedado superada llegando quien sabe a Europa. 

Con la temporada acabada y tras haber combatido contra viento y marea (y lo que le queda), es un hecho que Rubén Baraja va a marcar una época en el Valencia CF. Dejó absolutamente todo de lado para entrenar al club por el que siente todo, no le importó el poner en riesgo su figura como leyenda del club donde ha disputado más de 400 partidos y ganado 9 títulos ganándose por ello a una afición que si ya lo respetaba cuando realizaba pases, marcaba goles o levantaba títulos sobre el campo de Mestalla ven en él ahora como entrenador un modelo de resistencia a la adversidad, de trabajo, persistencia y no rendición con el que están encantados (de ahí que sea lo más normal el escuchar una ovación hacia su persona cada partido donde el Valencia juega en Mestalla). ¡Por muchos años más, Rubén!