En otra fecha de la B Metropolitana, Atlanta perdió de local 1 a 0 ante Acassuso en un partido clave para la pelea de arriba.
Espesa pintaba la tarde en toda la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Un calor que se comenzaba a levantar y a tornarse sofocante de a momentos, inundaba el ambiente. Aun así, los fanáticos del Bohemio salieron en masa directamente al Estadio Don León Kolbowski para presenciar el encuentro que iba a teñir las horas de la tarde.
Básicamente, el objetivo del momento para Atlanta fue asegurar por completo su lugar en la tabla de posiciones. Con la reestructuración a mitad de campeonato de la próxima edición de la B Nacional, y por ende, el ascenso de cuatro equipos de la Metropolitana, las urgencias cesaron un poco. Ya no pareció tan lejano el puesto de Barrancas Central (actual puntero) ni tampoco el de su escolta Estudiantes de Caseros. Por eso, estar el tercer lugar, no era una mala idea. Enfrente esperaba Acassuso, muy acechante en busca de su oportunidad en el quinto escalón. Claramente un partido bisagra por así decirlo. A uno, le servía para despegarse un poco más, y a otro para aproximarse e ilusionarse.
El comienzo de las acciones mostraba a un claro favorito. El local manejaba la pelota con mucho criterio. Al ras de suelo, pases cortos, buenas transiciones, cambio de posiciones, subida de laterales constante. Todo esto acompañado de un buen soporte y una buena presión para la recuperación. La verdad, hay que admitirlo, de lo mejor que se puede ver en cuanto a juego en esta categoría. Tuvo dos ocasiones muy buenas en todo este transcurso de control, primero un remate de Lucas Colitto que hizo esforzarse a Kletnicki y después una volea de sobrepique de Colombini cuando este entró y se paró casi a la distancia del área chica. Debe remarcarse la paciencia. En todo este tiempo, por más que no se abriese el hueco, no se soltaba la posesión. ¿No hay lugar por la izquierda? Retrocedemos y cambiamos de banda. ¿En la derecha se ocupó? Vamos al centro. Así sin despeinarse, había un claro dominio de los de Villa Crespo.
Pero como suele pasar, todo lo bueno tiene su final. Y es triste, porque la verdad que se estaba mostrando un buen fútbol, pero en la mitad del primer tiempo, se acabó. Habrá sido el calor, se agotó la nafta para continuar con tal intensidad, o ganó directamente el estilo de juego que impuso el conjunto de Boulogne. A los pelotazos, a la espera de una contra, con imprecisiones, con pocas ganas de tener la pelota. La salida desde el arco que iniciaba Juan Rago, ya no era limpia, era mandar a ver quién se dignaba a aguantar la posesión en ofensiva. De esa manera, las acciones se tornaron muy distintas, y lo que se veía en el campo de juego, no era agradable ni entretenido.
El bache fue el cierre de los primeros cuarenta y cinco minutos. Decepcionante en cierto modo. Pintaba para mucho más el amanecer, pero se diluyó de una manera tan drástica, que lo que continuó en el complemento, fue más duro de asimilar.
En el inicio del segundo tiempo, la balanza comenzó a inclinarse para el lado visitante. Porque apenas comenzado, Salvatierra aguantó muy bien de espaldas en el área, y con una buena media vuelta, disparó apenas al lado del palo. Simplemente era un aviso de cómo se iban a desarrollar las cosas. Porque instantes después, una jugada construida por Monge y Serrano, derivó en un centro raso al nueve. Este no pudo controlarla debido a que estaba desequilibrado, pero no impidió que llegue limpia para Pipino, que la paró, se tomó su tiempo y definió con clase al primer palo. Buen gol y a sacar del medio.
Claramente la desventaja provocó que aumente en gran parte la desesperación del equipo dirigido por Fabián Castro. También empeoró el juego, más todavía. Eso sí, con empuje y todo se consiguieron dos oportunidades. Una, gracias a un error de Kletnicki, que salió mal, sus defensores no ayudaron y Colombini con el arco vacío, no pudo definir porque llegó como un bombero Zanini para salvar a su equipo. La otra, fue la más clara, y la última que ocurrió. Una pelota larga que fue a buscar Martínez, fue suficiente para que el delantero utilice sus facultades para aguantarla, provocando así la ansiedad del defensor que lo agarró y cometió penal. Chance más que clara. Los estudios centrales sonaban en las cabinas. Puntero y escolta ganaban sus respectivos cotejos. Era empatar y buscar la victoria. El encargado fue el mismo nueve que sufrió la falta. Tomó carrera y disparó muy bien, pero dio en el poste. La desazón fue generalizada. Todo el estadio lanzó una puteada al aire o un rezongo fuerte. Con ese cobro malogrado, se terminaba de ir la posibilidad de lograr la parda.
El tiempo que quedaba era de sobra, quedaba todavía mucho. Pero ninguno de los dos planteles ofreció algo. El Bohemio preso de la desesperación, tomó muchas malas decisiones, erró en el planteo, y lo más importante quizás, le faltó ambición. No tuvo el ímpetu necesario para presionar más arriba. El clima hizo que las piernas pesasen un poco más, pero no es excusa para la pobre imagen que se vio durante la segunda etapa.
Así se fue el partido nomás. Prometía mucho, es cierto. Pero se diluyó con tanta rapidez y tan bruscamente, que fue difícil remontarlo. También la suerte fue un factor clave, el esférico que le llega de casualidad a Pipino, el penal fallado, las malas salidas del arquero rival no aprovechadas. Pero eso sí, lo que queda como tapa, fueron las pocas ganas de ganar. La poca fuerza para ir a buscar el resultado. Aunque el tercer lugar continúa asegurado hasta la próxima fecha, después se vienen dos encuentros claves , debe jugar con Barracas y Estudiantes, y de eso dependerá su devenir.
Por el lado de Acassuso, las alegrías son enormes. Un gran triunfo, en una cancha difícil, contra un rival complicado, aumentan las expectativas de un equipo que jamás ha pisado la Primera B Nacional, pero se ve que tiene muchas ganas de hacerlo.