Quique Monleón Ciurana
Ejemplo de constancia y no rendición, el jugador nacido en la zona azul de Euskadi (donde hay predominio de aficionados a la Real Sociedad), ha superado obstáculos y tiene en el bolsillo a una afición complicada como es la del Athletic Club, club donde el rendimiento y el dejárselo todo es la clave para formar parte de una familia a la que no todos aspiran pese al hecho de haber nacido en un territorio donde el club bilbaíno puede interceptarte para tu desarrollo en el club.
De pisar el infierno en 2014 a surcar los cielos en 2024 con el club de su vida, Íñigo Ruiz de Gallareta es el claro ejemplo de constancia y trabajo en silencio, un futbolista que, pese a su apariencia juvenil, toca ya la treintena de edad, edad donde se ha destapado como el buen futbolista e imprescindible que es para un Ernesto Valverde que siempre tiene un hueco para el donostiarra en su más que célebre y campeón 4231 que ya todo el mundo en Pozas conoce más que de sobra con un Sancet que es escoltado por Íñigo y otra de las irrupciones de esta temporada como es Beñat Prados, quien le ha quitado el sitio a un Mikel Vesga quien estaba siendo fundamental en este Athletic donde y a pesar de que seas un jugador de mucha clase, no tienes el sitio garantizado.
Más vale tarde que nunca es el lema por bandera de este Athletic Club, entidad que, y después de 40 años sin sacar su característica gabarra a pasear por la ría, tuvo su momento de gloria el pasado sábado ante el Mallorca en Sevilla donde los del Txingurri rompieron esa maldición y tocaron metal de la mano de gente que ya tenéis en la retina como son Iker Muniain, los Williams, Aguirrezabala o Íñigo Ruiz de Gallareta, quien y sin hacer ruido, se ha ganado a la tribuna de San Mamés con su despliegue defensivo pese a no ser un portento y su capacidad de abaratar jugadas rivales y hacerse con balón de una forma que otros no la ven. El otro día fue fundamental: 80 minutos de calidad donde tenía la misión de frenar a un Vedat Muriqi que venía calentando la final y que es un ariete con el que nadie quiere tener duelo por su envergadura y buen juego aéreo, pese a ello, al de San Sebastián no le importó y dejó en seco a un kosovar que no vio portería en una final agónica donde el coraje y corazón del león fue lo que mantuvo la llama viva para que la copa se fuese al norte.
Pese a no jugar los 90 minutos y no realizar jugadas que hagan levantar del sofá a uno, con Ruiz de Gallareta el centro del campo athleticzale coge color e identidad, necesario para esa conexión entre centrales y unos atacantes que son los pilares fundamentales de este club y que lo han demostrado esta temporada (mismamente Sancet en la final) pues esta alianza sin Íñigo no sería posible, pues el jugador ha disputado casi 1800 minutos esta división, una competición que ya conoce, puesto que su rival en la final fue aquel que le acogió antes de despuntar en el Athletic Club y es que la temporada de Ruiz de Gallareta en el Mallorca antes de tocar el cielo con el club de su vida fue bestial, a causa de estar el norteño en su salsa, ya que él es un jugador donde la cualidad del ataque pasa a un segundo plano centrándose en destruir los ataques rivales además de tener un buen golpeo que ejecuta desde las penas máximas como las faltas o desde la esquina para que las torres del Athletic suban.
Con 30 años y bajo el mandato de un entrenador que es conocido por su capacidad de sacar todo el jugo a jugadores tanto jóvenes como de edad avanzada (el claro ejemplo es el mismo Íñigo, letrado por las lesiones de rodilla y que, pese a ello, ha llegado a un nivel de fútbol que y sin él, el Athletic no se encontraría pugnando por la 4 plaza a estas alturas de temporada o Yeray Álvarez, central lastrado por las lesiones o ese cáncer que ya todos conocemos que superó gloriosamente el zaguero de Barakaldo, pues todos estos no habrían sido capaces sin un Valverde que tiene en cuenta a todos los que superan se lo dejan todo por el Athletic, concepto que sigue a rajatabla Ruiz de Galarreta quien ha sabido esperar y ahora disfruta en el pico más alto de su carrera)
A falta de 720 minutos por jugarse de liga, Íñigo Ruiz de Gallareta tendrá sus primeros minutos en Europa la próxima temporada y con el club de su vida, recompensa inmensa y de mucho honor para un futbolista queda sabido esperar su hueco y al que Mikel González, director de fichajes del Athletic Club, tiene enamorado y describe como un futbolista fenomenal y por el que da gracias de haber pujado, ya que da una sintonía distinta y un juego más parado y tranquilo que a los panenkitas de la catedral les recuerda a Iraola: jugador de perfil orientado a lo defensivo, sin una carga aerodinámica envidiable, pero con una calidad que le ha llevado a pasar por secciones inferiores de la absoluta a la cual está llamando a la puerta aunque sea para los juegos olímpicos que están al caer y son este mismo verano.
Con dos años de contrato vigente y un 1,75 que levanta olés porque nunca sabes cuál va a ser el siguiente truco que va a realizar el mago que nació a orillas de la playa de la concha, el Athletic Club tiene cero prisa en cerrar la renovación de un jugador que y como muchos de la plantilla actual, está destinado a acabar su contrato donde lo empezó: en casa, con los suyos y mejor no hacer ruido y ser feliz donde se te quiere que brillar y lejos de donde se te tiene anhelo. Hay Ruiz de Garraleta para rato, Luis de la Fuente… espabila.