Quique Monleón Ciurana
El futbolista argentino llegó como el fichaje estival a tener en cuenta de cara a la 24-25. 1 gol en 6 partidos son números que siembran el pánico en una afición que no pierde la esperanza al igual que un Simeone que, pide clama con su compatriota dejando claro que sus goles, tarde o temprano, llegarán.
Pese a que el Atlético de Madrid haya iniciado como un cohete la temporada 24-25, no todo son alegrías en el conjunto rojiblanco. El verano dejó un desembolso notable en fichajes, siendo el jugador donde todos los ojos fueron puestos, Julián Álvarez, ariete sudamericano procedente del Manchester City el cual recalaba en el club colchonero con tal de ayudar al Atlético de Madrid a no solo hacerse nuevamente con una 3 plaza liguera perdida, si no el poder disputarle la liga a un Real Madrid y Barcelona a los que el Atletico no gana una liga desde hace casi un lustro.
Con la necesidad de dar un salto cualitativo, 80 millones fueron puestos en la mesa del conjunto mancuniano con tal de que Julián Álvarez, futbolista que y en 2 temporadas en Europa, ya sabe lo que es ser campeón de Europa y de Inglaterra, recalase en el Atletico de Madrid a causa de ser un futbolista formado y que pudiese trasladar el juego vistoso, con llegada y asociativo que mostró en el gigante inglés.
Por el momento, estas características que rodean la figura de Julián y por las que el Atleti no dudó un segundo en pagar tal cantidad de dinero, estando siendo opacadas por una simple razón: Antoine Griezmann. El astro francés, desde su vuelta al club madrileño, ha emergido nuevamente como un jugador talla mundial, desenvolviendo en él, una figura endiosada e irremplazable en el sistema de un Simeone que ya sabe lo que es jugar tanto con argentino como con francés sobre el campo, resultando un verdadero fracaso a causa de ser dos futbolistas homogéneos en lo que a forma de entender el juego.
El pasado miércoles, Simeone se lanzó a la primera jornada de Champions League con un sistema no anteriormente visto esta campaña en el Atlético de Madrid: Griezmann partía en una posición más céntrica (donde podía arrancar con balón teniendo facilidad de cara a pisar el área, efectuar el buen golpeo característico del jugador y emplear la verticalidad con la que también cuenta y la cual sirvió para encontrar a Maros Llorente quien fue uno de los activos incondicionales para entender la victoria del club español ayer.
Mientras que Antoine partía desde el centro, Julián arrancaba en punta, acompañado de su compatriota Ángel Correa. El flamante fichaje argentino, lejos de tener oportunidades de cara a batir a Gulácsi, volvió a mostrarse desaparecido como bien nos tiene acostumbrados estas primeras jornadas, siendo uno de los culpables de la pasividad del futbolista, no otro que Griezmann el cual, lejos de quedarse en la medular junto a Koke, percutía hacia área rival como si de delantero estuviese jugando sumándole a ello que la pierna dominada por ambos jugadores es la izquierda y, por lo cual, se “molestan” en lo que a poner en aprietos al conjunto alemán se refería.
Silbado el pitido final, gran parte del Metropolitano se percato de lo impensado: Julián Álvarez y Antonie Griezmann no pueden jugar juntos a causa de ser futbolistas de cualidades IDÉNTICAS. Ambos están hechos para jugar acompañando a un delantero puramente centro como bien realizó Julián en el día de ayer, donde y previsiblemente, no habría problema de cara a realizar una buena actuación aunque y lo que no se esperaba, era la presencia de otro futbolista “en su posición, un Antoine Griezmann que no solo fue un verdadero quebradero de cabeza para la defensa alemana, también para un Julián Álvarez el cual hace tener la sartén por el mango a un Simeone que deberá decidir… ¿Griezmann o Julián Álvarez?