Tras una semana de descanso, Xavi Hernández se enfrentaba a otro examen de nivel con el FC Barcelona. Con cambios obligados por las ausencias y Ansu Fati esperando en el banquillo, el cuadro culé se presentaba en San Mamés ante un Athletic club que firmó una primera parte soberbia, aunque se marchara empatando. El gol local era obra de Iker Muniain en el 2′, una diana magistral con una preciosa vaselina sobre Ter Stegen, precedida de una excelente jugada de Nico Williams.
El pequeño de los hermanos rojiblancos le dio la noche a Jordi Alba, a quien superaba siempre por velocidad y calidad. De hecho entre el portero alemán y Ronald Araújo evitaron su gol posteriormente, si bien para entonces ya habían empatado los azulgranas. Fue en sus mejores minutos cuando tras haber encajado lograron superar la presión de los leones y llegar con claridad y dominio al área rival. Ferran Torres en el 20′ comenzaba a justificar su fichaje con otro golazo, pero los catalanes volvieron a disiparse tras ese tanto.
Y es que los vascos, empujados por su gran afición, volvieron a afinar en su gran presión alta y ahogaron a su rival en la salida de pelota. De manera que se sucedieron las ocasiones sobre la meta de Ter Stegen (entre ellas la ya citada de Williams), con remates de Munain o Raúl García que estuvieron cerca de tener premio. El Barça no encontraba la fórmula, apenas le duraba la pelota. Gavi se perdía en el laberinto de la medular y Pedri apenas lograba romper líneas. Mientras los tres atacantes (Abde y Jutglà apenas aparecieron) seguían desconectados del juego. El Athletic Club, asentado en su gran trabajo en la medular, dominaba claramente aunque sin suerte en los metros finales.