La entrada de dinero líquido e instantáneo es una oportunidad que enamora a cualquier club, incluso a los más grandes del planeta. Esa fue la visión que nubló el prisma de la sensatez en el Santiago Bernabéu cuando el Inter de Milán llegó con una oferta contante y sonante para llevarse a Achraf Hakimi.

Por 40 millones de euros, la realidad es que se podría pensar que una buena propuesta por un jugador que apenas había disputado encuentros con el primer equipo del Real Madrid, pero nada más lejos de la realidad.

A fin de cuentas, el Inter se llevaba a uno de los mejores laterales derechos del mundo, y así lo había demostrado durante su etapa como cedido en el Borussia Dortmund y lo seguiría constatando como nuevo jugador del París Saint-Germain.

Es lógico que muchas miradas se centren en Dani Carvajal tras la derrota sufrida ayer por los blancos en la capital francesa, pero la realidad es que el error viene de muy lejos y bebe directamente de la pésima decisión adoptada con el marroquí.

Prescindir de sus excelentes servicios para cubrir la posición con Carvajal (escaso nivel y demasiados problemas físicos), Álvaro Odriozola (genial en la Real Sociedad, pero apático en la capital) y Nacho Fernández (que no es más que un central que actúa como parche), es un sacrilegio de la dirección deportiva merengue.

Por edad, por talento y por circunstancias, Achraf Hakimi debería haber sido la apuesta de un Real Madrid que, en el día de ayer, habría contado con un activo más interesante para poder frenar (o, al menos, intentarlo) a Kylian Mbappé.