Si hay una competición en la que el Sevilla ha brillado con luz propia en estos últimos años, ésa es, sin duda, la Europa League. Los andaluces se han adjudicado cuatro ediciones del torneo (las de 2013-2014, 14-15, 15-16 y 19-20) y han logrado así elevar hasta seis su número de títulos en la segunda máxima competición continental (hay que sumar las UEFAS de los cursos 2005-2006 y 06-07).
A la presente edición, los de Nervión han llegado de rebote y con una cierta sensación de amargura por haberse despedido demasiado pronto de la Liga de Campeones. Sin embargo, la expectativa de seguir haciendo historia en la UEL ha servido al menos para levantar el ánimo y ofrecer nuevos alicientes.
En su debut, ante el Dinamo Zagreb, Julen Lopetegui apostó por un once cargado de futbolistas ofensivos (Anthony Martial, Lucas Ocampos, Papu Gómez y Munir), señal inequívoca de su deseo de obtener un resultado lo más amplio posible para así poder encarar la vuelta en tierras croatas con los deberes hechos. El problema es que su rival, lejos de amilanarse, salto al césped dispuesto a competir de tú a tú y a aprovechar cualquier mínima opción para alcanzar zonas de peligro.
Dada la valiente actitud de unos y otros, no resulta en absoluto extraño que el partido se marchase al descanso con ya cuatro goles en el luminoso. Ivan Rakitic firmó el inaugural al transformar un claro penalti cometido sobre el Papu Gómez (13′) y en una recta de primer acto totalmente loca, primero Lucas Ocampos (44′) y después Anthony Martial (45′) firmaron otros dos que pusieron en evidencia a la zaga y el meta visitante y que, además, dejaron sin validez el formidable tanto sumado instantes antes por un Mislav Orsic que aprovechó los primeros 45 minutos para dejar varios detalles de su notable talento.