River pasó por penales ante Cruzeiro luego de empatar 0 a 0 en los noventa minutos y se clasificó a los cuartos de final de la Copa Libertadores.
En la Copa todos los partidos complicados. Pero para muchos clubes, la verdadera Copa comienza con la eliminación directa a partir de octavos. Y este terreno, es propicio para el señor Marcelo Gallardo. Ya su historial del último tiempo, de un solo encuentro perdido de veintiún en esta competencia, daba miedo.
De todas maneras, o llegaba a Belo Horizonte con una buena ventaja. Aterrizó con una incertidumbre generada por el empate sin goles en Buenos Aires. Pero, la esperanza estaba intacta.
Ya con los primeros minutos, y el accionar de un River dominador, la historia de otros mano a mano, comenzaba repetirse de nuevo. De todas maneras, el cotejo se comenzó a emparejar al llegar al primer cuarto de hora. Cruzeiro se acordó que era local, así que empezó a atacar, mediante contragolpes. A partir de ahí se pudo ver un atractivo encuentro. Con un marco espectacular acompañado de un ida y vuelta constante.
Dentro de ese frenesí, la más clara la tuvo el conjunto brasileño. Con una muy buena jugada encabezada por Romero, Thiago Neves habilitó a Rocha que definió y se encontró con la humanidad de Armani y sus reflejos. Impresionante atajada que tuvo la suerte de que el rebote diese en el travesaño. A pesar de ser frenético el partido, no ofrecía ocasiones concretas. La pelota se trasladaba bien hasta tres cuartos, y entonces todo se desvanecía.
Al mismo tiempo, la figura de Nacho Fernández comenzaba a agigantarse. Era el encargado de manejar las acciones del mediocampo. Recuperó e hizo jugar. Aunque su juego fue perdiéndose a medida que los minutos pasaban, y el desgaste físico era cada vez más notorio.
En el segundo tiempo, más que nada, la mitad de cancha de River pasó a manos del joven colombiano, Carrascal. Era su oportunidad para demostrar que debía seguir siendo titular. Y no falló. Se puso en la espalda el ataque, y también la responsabilidad de romper líneas. Desplegó su habilidad contra la defensa de Cruzeiro, pero no tuvo una compañía a su altura. Borré, Pratto, y su reemplazante Suárez, no estaban conectados en la ofensiva.
Uno de los papeles que es importante destacar, debido a que desde esa posición se basó el empate, fue el de la defensa. El Sicario Rojas ganó todo lo que le tiraron y estuvo muy preciso en la mayoría de los cruces, pero el que se lleva todos los aplausos en este rubro, es Casco. El lateral, con la cabeza vendada y todo, supo cortar bien los avances por su sector. Además de eso, aprovechó la desesperación de los jugadores brasileños en llegar al gol. Por eso, ganó una buena cantidad de faltas para pausar el partido, y calmar las aguas.
Con los últimos minutos en juegos, Suárez tuvo una muy clara, pero el arquero le ahogó el grito de gol. Con esa última ocasión, todos los caminos conducían a los penales.
En las tribunas se veía el nerviosismo. De los dos. Porque en una definición así, no hay buen juego que valga. Erraste un penal, y afuera de la Copa.
La presión del local, un poco de «canchereo» de ciertos jugadores, la figura de Armani tapando dos remates y la precisión de los dirigidos por Gallardo, fueron los encargados de que River se imponga 4 a 2.
Un encuentro ganado a la medida del DT. Con algo pocas veces visto, como es una definición por penales, pero con el mismo planteo en partidos importantes. Incomodar al rival, molestarlo, atacarlo, presionarlo, invertir los roles y esperarlo. Ahora, la historia de La Banda continuará en breve con el que triunfe del cruce entre San Lorenzo y Cerro Porteño. Por el momento, el millonario festeja un pase sufrido.
Por Leandro Quiroga