David Niebla
El Sevilla FC encaraba el duelo ante el Granada CF con esperanzas de recibir buenas noticias. Quique Sánchez Flores debutaba como técnico sevillista y el primer paso para cambiar la mala racha pasaba por el Nuevo Estadio Los Cármenes. El decimonoveno y decimoséptimo, de esta manera, buscaban más que nunca los tres puntos. Así la situación, los hispalenses salieron con otra cara respecto a los anteriores encuentros. Por ello, los nervionenses obtuvieron recompensa tras un gran partido en todas las parcelas del campo. De esta manera, se confirmó la primera victoria del entrenador madrileño al frente del banquillo sevillista.
Cuando los partidos son de seis puntos, el factor campo tampoco es tan relevante. Si el rival te va arrinconando, tu propia grada se impacienta y hace que al equipo le tiemblen un poco las piernas. Eso le ocurrió al Granada en el primer periodo. Su entrenador pide que siempre se saque el balón jugado y los sevillistas supieron cómo y dónde presionar. Nada de ir a lo loco. Justo lo que hasta hace una semana le castigaban sus adversarios. Cómo ha cambiado la película. Porque Quique echó un par de broncas a los suyos por arriesgar la pelota jugando con el portero estando el Granada presionando alto. Su cara lo decía todo. Colocó defensa de cinco, dando libertad de inventiva a la línea de tres por delante, con Soumaré libre de correr, Óliver más cerca de la base para colaborar en la salida y Suso con libertad para aparecer en el momento de acelerar la jugada. El Sevilla tenía la pelota. Mandaba. Le faltaba el gol.
El miedo, como siempre en los nervionenses, era el de recibir un golpe y no ser capaz de soportarlo. Sin embargo, ese miedo, en un Granada peor en la clasificación al inicio del encuentro, era mayor. El Sevilla merodeaba el área y no remataba. Hasta que Pedrosa, tras una arrancada de Suso, centro con fuerza al área, con la suerte de que tocó Ricard y la pelota se envenenó, superando por alto al portero. No estaba claro si había tocado En-Nesyri con la cabeza en boca de gol. Ese tanto liberaba a los sevillistas, que se fueron a por más. Y no tardaron en encontrarlo en una pérdida en la salida del Granada. La cogía Ocampos muy lejos. Sólo con un apoyo y ante cuatro defensores. El argentino decidió pegarle desde su casa. Empeine puro. El balón ni siquiera bajó. Trayectoria de gol. 0-2 y sonrisa en un Quique que veía cómo estaba cambiando la película anímica de los suyos.
El Granada, muy tocado, trató de agitar el choque con empuje en los últimos minutos. Puertas, cambiado de banda con Bryan, pecó de individualismo en una jugada sobre la línea de fondo. Tras recortar y quedarse el disparo franco, le fue bloqueado. La respuesta en el alargue llevó la firma de Pedrosa. El carrilero izquierdo se metió por dentro y probó fortuna con la pierna derecha. Balón al larguero, que botó en el césped sin entrar en la portería. Ahí pudo estar la sentencia. Seguía habiendo partido. Porque cuando dos equipos andan tan tocados, puede ocurrir de todo. Quedaba partido.
Más imposible se convirtió tras el descanso porque en el minuto 48 un centro de Suso de falta lo mandó Ramos al fondo de la red para apagar cualquier sueño de remontada en Los Cármenes. Otro jarro de agua fría para los nazaríes. El Sevilla se gustaba, estaba cómodo, el Granada no bajaba los brazos. La tuvo Puertas clarísima tras una buena jugada de Uzuni, que había salido tras el descanso en la única novedad de Medina en su once.
Después pudo complicarse el partido al Sevilla por un pisotón de Manu Bueno que el colegiado castigó con roja directa. El VAR, sin embargo, le llamó y, tras la revisión, la cambió de color al amarillo. El Granada seguía y seguía insistiendo en intentar, al menos, meterse en el partido entre gritos de enfado desde la grada señalando a la directiva. Pudo recortar distancias Gumbau, también Rafa Mir redondear la goleada. Pero el marcador no se movió más y el Sevilla se va de Los Cármenes con una merecida victoria. Quique Sánchez Flores tuvo su debut soñado en menos de un día al mando.
Ahora le toca el último examen antes de Navidad en el Metropolitano, una prueba seria para ver la mejoría de este Sevilla. El Granada, por contra, se va de vacaciones con muy malas sensaciones y la salvación cada vez más lejos. Medina sigue sin ganar y sin convencer.