Tras lo que habían sido dos experiencias traumáticas para Brasil (caer en dos Copas Américas consecutivas, en cuartos de final, ante el mismo rival y por penales) la verdeamarela se tomó su dulce venganza y en su tierra eliminó a Paraguay en la misma instancia y por la misma vía.
Brasil fue más durante los 90 minutos y hasta incluso tuvo más de una chance para ganarlo antes de los penales. Sin embargo, no se puede dejar de destacar un buen planteo defensivo de Eduardo Berizzo: un claro 5-4-1 que planteó un fuerte cerrojo, que lo locales no pudieron abrir nunca. También hay que destacar los cambios del Toto, tras la expulsión de Balbuena ni bien comenzaba el segundo tiempo, a los 9 minutos del arranque del complemento. Ingresó Valdez por Arzamendia (que además estaba amonestado), y pasó a ser segundo marcador central, Alonso se movió al lateral izquierdo y quedó impregnado un claro 4-4-1 que continuó con el candado guaraní en el fondo que le hizo la vida imposible al Scratch.
Con la clasificación de Brasil consumada, se puede hablar de justicia desde lo futbolístico ya que no solo pasó quien tuvo mejor partido si no que también pasó quien tuvo un mejor rendimiento durante la Copa (los locales llegan a semifinales sin recibir ningún gol en contra).
Pero si hubiese sido al revés y se hubiese repetido la historia del 2011 y 2015, quizás no hablaríamos de justicia futbolística, pero si se apreciaría mejor el inteligente planteo del técnico argentino, reconociéndose menor a una potencia y jugando el partido resguardandose sabiendo que ese es el juego que más complicaría a Brasil. Buen planteo del Toto Berizzo, irónicamente, su Paraguay tuvo esta noche triste de eliminación su mejor actuación.